viernes, 28 de noviembre de 2008

DETERMINISMO E INDETERMINISMO
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E.l determinismo es un concepto que debe siempre tratar de elementos y de contextos existenciales, no de “generalidades” o de inconcreciones; en cuanto que ya, ser un elemento, implica ser un condicionante para un contexto determinado, además, en cuanto que ya ser un contexto implica también ser un condicionante para los elementos que contenga, para que les posibilite unas interacciones.
Esto a la par de que todo es ya una causa y, de seguida, condiciona al participar en una acción: posee y adquiere un aspecto de determinación.

Es evidente que, sin restricciones, el determinismo es la consecuencia (el efecto) que responde al principio de causalidad, y no hay nada más cierto que eso: algo causó algo, dado que algo, ya por existir, es un principio activo, una causa por sí misma de actividad (o sea, ya existiendo algo, es causa en cualquiera de sus acciones).
Ejemplos: El movimiento es una causa de la acumulación de energía y, la radiación –que es también movimiento-, es una causa de la liberación de energía -lo permite-.

No obstante, pensemos en esos dos ejemplos que los he elegido con una segunda intención. La energía se comporta, de hecho, de diferente manera ante el movimiento, al comprobarse aun efectos contrarios; porque, el movimiento, se encuentra en contextos o “desarrollos” diferentes.
Lo que equivaldría a decir que todo actúa como causa, sí, pero no determina el mismo efecto si esa causa misma actúa en otro contexto (todo elemento de un contexto es, así, un elemento funcional de ese contexto).

En contradicción, la ciencia no ha dado su brazo a torcer porque un electrón responda, a la fuerza, a las causas de la mecánica clásica; a sabiendas de que, un electrón, o cualquier partícula elemental, “no busca” ya -de antemano- una estructura, no tiene esa funcionalidad a priori pero, el elemento que ya compone una estructura determinándose, sí está sujeto a esa funcionalidad. Lo que, por de pronto, significa que algo posee o no siempre una función dependiendo de su contexto.

Tolstoi insistía en que, el ser humano, es esclavo de la historia; desde luego, sin embargo no es esclavo de la historia que le queda por protagonizar o por hacer, de tal manera que, todo contexto -incluso el histórico- se encuentra siempre modificándose o determinándose con un presente activo sobrecargado de multitud de causas –y el ser humano interviene con sus acciones en ello, para una u otra finalidad suya-.

Bien, quiero adentrarme más en lo que estaba aclarando, sin tapujos. Un electrón se mueve en una gran diversidad de estados hasta que, una interacción en concreto, le hace “decidirse” en uno, establecerse en uno; por lo cual, se deja -su movimiento- determinar –aliarse- con la forma que efectúa o conlleva asimismo ése tipo de estados. Claramente, ahí, lo indeterminado ya no lo es tanto cuando, en realidad, participa con un estado, cuando de veras asume las consecuencias formales de ése estado -uno- con y para ser forma (determinación).
Digamos, por lo menos, que lo simple de ser electrón, liberado de donde sea o “en libertad” -en disponibilidad a las interacciones-, se excita “así” hacia la complejidad -hacia un compuesto más “complejo”-; porque, en tal determinación de complejidad, “participa” o se condiciona para un fin de complejidad estructural.
Ahí, en tal contexto, participa igualmente cualquier elemento, pues se halla o se hallará concebido o “animado” o proyectado a vincularse en y para ser una estructura más compleja.

Algo no menos importante es que, al ser una “vinculación participativa” para sí misma (“independiente”, pues existe la independencia funcional, no la de lo físico o la de lo efectual), es inevitable hablar ya de una inherente gravitación: por el hecho ineludible de ser ya estructura concreta determinándose y, al ser ineludible, gravita en torno a ella. Por su masa, desde luego, pero -en el fondo- referirse a la masa es un modo de no referirse directamente a ésa estructura determinándose compleja que más responde a su contexto existencial, esto es, se trata de un orden que interacciona, ante todo, antes por y para sí mismo; con respecto a otro orden -por ejemplo- al cual no responde igual un fotón.
Y resaltando que, una estructura determinándose más compleja, no puede prescindir de cierta dependencia también con respecto a otros contextos; así es, los electrones de los átomos de otra estructura saltarán a los suyos cuanto más cerca se encuentre porque, los diferentes contextos, no pueden eludir la “interacción en general” o la disponibilidad de sus “principios activos”.

En definitiva, los contextos, sí, están y van modificándose constantemente y, por esa modificación, efectual, pueden ser posibles causas infinitas en sus acciones.

Por último, en concreción, que el fuego enciende un cigarrillo es cierto, pero sólo encenderá al cigarrillo que nosotros queramos o determinemos así, o al que una modificación de su contexto propiciará para hacer encender precisamente uno.

A las causas, un contexto modificándose las “elige” o las propicia; no, nunca el divino azar que no existe o es una leyenda humana, muy contagiable. Y, en ese sentido, el ser humano modifica algo su contexto -o también puede hacerlo para el futuro-; él determina -o puede sin duda determinar- algo su contexto: he ahí su libertad.

Nota.- Los enlaces que utilizo para algunos términos o conceptos no dan, de ningún modo, una definición con rigor o la deseada por mí, sino que -al menos- aclaran algo.
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